Si preguntáramos cuántos circuitos hay en España en los que se haya corrido un Gran Premio de Fórmula 1 recibiríamos multitud de contestaciones desde la más obvia, actualmente dos, Montmeló y Valencia, hasta la más entendida, seis en total, Montjüic, Jarama, Pedralbes, Jerez, Montmeló y Valencia. Pero si aumentamos el nivel de dificultad de la pregunta y queremos saber cuántos circuitos hay en España actualmente podríamos tener infinidad de respuestas pero la que más se acercaría a la realidad sería la que dijera veintiuno más dos en proyecto. No hay que ser muy entendido en el mundo del motor para saber que tantos circuitos no pueden ser rentables y aunque los haya de todas clases, categoría y colores el potencial y la viabilidad de cada uno depende de las pruebas automovilísticas que acoja, de las instalaciones de que disponga y del entorno turístico y de acogida que haya alrededor.
Si hacemos una lista concienzuda además de los seis circuitos ya nombrados deberíamos añadir en la categoría de primera línea el Ricardo Tormo de Cheste y el Motorland Aragón de Alcañiz y luego vendría una retahíla de nombres y localizaciones que varían mucho en calidad y servicios: Albacete, Almería, Mora d'Ebre, Cartagena, Mallorca Renn Arena, Monteblanco, Alcarrás, Guadix, Ronda, Calafat, Parcmotor Castellolí, Sils y Can Padró. Sin olvidarnos de los dos últimos macroproyectos planteados, El Espacio del Motor en Pinto y el Circuito Islas Baleares en Llucmajor. Lo dicho, para todos los gustos.
El impacto económico, según el informe del Institut DEP para la Generalitat Catalana, que tuvo el pasado año el circuito de Montmeló sobre la economía de la zona es de ciento veinte millones de euros llegando a los ciento setenta millones en la época de bonanza cuando no existía la crisis económica actual. Si solo tomamos en consideración la categoría reina del motor, tanto el enclave barcelonés como el valenciano consiguieron un rédito de unos setenta millones con una media de unos noventa mil espectadores. Creo que ya empezamos a comprender porqué nuestro país es el único país del circo con dos grandes premios, el de GP de España y el GP de Europa.
El coste de explotar una prueba de la F1 es variable. Actualmente Montmeló paga trece millones de euros por albergar el GP de España pero esa cuantía se irá incrementando hasta casi doblarse en 2016 que es cuando finaliza su contrato actual. Valencia sin embargo pagó el primer año dieciocho millones de euros, veinte el segundo y se seguirá incrementando exponencialmente hasta el año 2014. Ambas carreras son diametralmente opuesta en todos los sentidos y esas diferencias a mi entender son las dos maneras de entender el presente del mundo del motor. Montmeló está gestionado directamente por una sociedad pública, es un circuito cerrado antiguo con instalaciones desfasadas, sin opción a renovar el contrato y cuyo dirigente del gobierno autonómico ya ha dado señales inequívocas de que hay dudas de poder mantener económicamente esta sangría presupuestaria anual. Por otro lado el circuito urbano de Valencia está regido por una empresa privada, Valmor Sports (Bancaja, Fernando Roig y Jorge Martínez Aspar), tiene un trazado actual y unas instalaciones con menos de dos años, con opción a renovar hasta el año 2019 y cuyo gobernante regional ha dado todo su apoyo a la continuidad del mismo. Al margen de la serie de declaraciones e intrigas que desde la dirección del circuito catalán se han vertido en los últimos seis meses contra la viabilidad del GP de Europa (no hay nada más que leer lo que ha dicho esta semana el Director General del Circuit de Catalunya Salvador Servià), del pique histórico entre Valencia y Cataluña y de las formas de gestión y transparencia de unos y otros, lo que está claro es que hay una gran tarta a repartir, muchos puestos de trabajo en juego y lo que más doloroso para algunos, votos en las próximas elecciones en el aire.
Pero en este punto hay que pensar en quien tiene la batuta y dirige los designios del circo de la F1, el señor Ecclestone, el cual tiene un plan de expansión de carreras hacia países emergentes como la Indía, el regreso de la competición a los EEUU y la llegada de grandes citas futuras como es Rusia, algo que choca frontalmente con el tope de veinte enclaves anuales y que pone a España en el punto de mira para que desaparezca un Gran Premio.
Si ya había dudas sobre cual de las dos grandes citas desaparecería antes, Motorland Aragón hizo una propuesta de que allí también se podía celebrar un gran premio pero la oferta de trasladar el GP de Korea a tierras aragonesas por veintidos millones de euros no convenció al gobierno regional. Así que la opción más prometedora ha surgido en las Islas Baleares con su propuesta de nuevo circuito y que cuenta con el apoyo de la administración local, regional, de pilotos como Massa, Alguersuari Alonso y de la escudería Ferrari, aunque esta última creo que lo que tiene en mente es un doble juego para saber si instala finalmente su parque temático en tierras valencianas o mallorquinas.
En definitiva, el albergar un Gran Premio de Fórmula 1 es rentable para la economía local, dificultoso para la iniciativa privada y sobre todo problemática a la hora de decidir donde y cómo se va a construir un circuito. Sobre pruebas menores y categorías inferiores ya hablaremos más adelante.